La belleza de la observación
El día de hoy quiero compartir con ustedes lo que me sucedió en las vacaciones del verano 2017, algo que me llenó de paz y entendimiento. Como cada año, mis hijos y yo pasamos unos días los tres solos en la playa antes de unirnos al resto de la familia en las vacaciones habituales que compartimos desde hace varios años.
Desde que mi esposo murió, he procurado mantener esta conexión con mis hijos y pasar un tiempo solo nosotros, entonces escogimos una hermosa playa mexicana en la que pasábamos la mayor parte de las mañanas tendidos al sol en la orilla del mar, sintiendo la arena caliente bajo nuestros pies mientras percibíamos la belleza de la naturaleza y fue ahí donde me di cuenta de esa sensación que sólo estos paisajes pueden ofrecerte, la sensación de sentirte vivo.
En la actualidad es muy difícil desconectarse de la vida cotidiana por falta de tiempo y de distracciones como la televisión, el internet, los celulares y las redes sociales que nos tienen tan ocupados todo el día, que nos olvidamos de asomarnos a la realidad y de observar lo hermosa que es la vida.
Ahí tendida bajo el sol y viendo la espectacularidad del azul del cielo, de las figuras que formaban las nubes junto a la compañía de mis hijos, se me vino a la mente que eso era precisamente lo que hacían las civilizaciones antiguas como los Mayas, los Aztecas o los Egipcios, que gracias a sus observaciones de la naturaleza pudieron aprender de ella para su beneficio, por la noche observaban la luna y las estrellas y por el día al sol para crear los calendarios, navegar por el mar y cosechar sus alimentos en la temporada correcta.
Aunque ahora el ajetreo de la vida cotidiana es muy distinto, es importante recordar que hay que encontrar un tiempo para observar, para apreciar en dónde estamos parados y para reconocernos como parte de este maravilloso mundo que es nuestro hogar, necesitamos tiempo para dejarnos sorprender.
Te invito a que lo experimentes, cada mañana abre tu ventana y date unos minutos para observar la salida del sol y los colores del amanecer, si vas en tu automóvil, en el semáforo voltea a ver el cielo, el verde de los árboles, las flores en los parques y en las avenidas.
Observar no es lo mismo que simplemente ver, ver es solo echar un vistazo, observar es detenerte, apreciar los colores, las texturas, los movimientos y cada cambio en el paisaje, observar no sólo te hace ser consciente de la belleza de la creación, también te da paz, te lleva a la reflexión y te hace agradecer el poder ser parte de algo tan grande que es la vida.
“Observar el mundo exterior para alimentar el mundo interior”